jueves, 22 de marzo de 2012

Diario de la visita a Padova del IES Menéndez Pidal


Para ese día nos habían preparado un recorrido en barco por el río Brenta, que circunda la ciudad.
Primero nos paramos en la Via Giotto, pero nos equivocamos de lugar, y tuvimos que andar un poco más hasta llegar al embarcadero en el que ya nos esperaban. Atravesamos los“Giardini dell’Arena”, cerca  se encuentra la “Capella degli Scrovegni”, y nos encontramos con un barco atracado semejante a los vaporetti de Venezia.
Durante el trayecto, sentados en el interior del barco, una guía nos contó la leyenda de Antenor, príncipe troyano hijo de Príamo, de quien se dice que fundó Padova, en donde se encuentra su tumba.
Continuó explicándonos que durante la época romana su nombre era “Patavium”; que estuvo bajo el control de Venezia, de ahí que haya tantos símbolos del León Alado de San Marco por la ciudad, y que dichos símbolos, que representaban el poderío de la Serenisissima, más tarde, fueron mandados destruir por Napoleón durante su campaña en Italia.
Una vez terminadas las explicaciones previas, tuvimos tiempo para movernos libremente por el barco, sentados unos al sol, y otros bajo el toldo de proa. En las riberas del río nos encontrábamos pescadores, caminantes,… y las imponentes fachadas de villas impresionantes. Hicimos miles de fotos.
Llegamos a un punto del viaje en el nos quedamos parados casi media hora delante de una de las compuertas de los puentes del río, en la que estaban trabajando unos obreros para limpiar la gran cantidad de basura que había acumulada en el agua. Cuando conseguimos pasar, ya estábamos muy cerca de nuestro destino: la “Villa Pisani”, ahora museo nacional.
Nada más avistar la Villa, nos quedamos todos asombrados ante su grandeza, era la más suntuosa y enorme de todas las que habíamos visto hasta ahora. El “palazzo” contaba con 140 habitaciones, decoradas todas con frescos (algunos que tardaron unos 20 años en hacerse)  y con muebles del 700-800. El último propietario privado de la villa fue Víctor Manuel II, pero antes fue alquilada por Napoleón en 1810. Napoleón le deja a su hijastro, Eugene, el palazzo Pisani, y éste lo restaura y modifica a su gusto, al gusto francés. El propio general francés sólo durmió allí una noche; y en su habitación, un 13 de junio del siglo XIX, se intentó que durmiese Mussolini, pero al final, por motivos de seguridad, no se llevó a cabo el plan. Fue en esta villa donde se encontraron por primera vez Mussolini y Hitler, mas resultó una reunión decepcionante: un encuentro tan importante al que no fue acreditado ningún periodista, y al cual Hitler no se llevó ningún intérprete para poder entenderse con su homónimo italiano. El centro de la casona es el impresionante “Salone da Ballo”, con paredes decoradas con los frescos de Gianbattista Tiepolo y su hijo, frescos que juegan con las ilusiones ópticas.
Una vez terminada la visita, después de recorrer una parte del enorme jardín, volvimos al barco, y retomamos el viaje por el río, pero esta vez desde la terraza, y acompañados por dos grupos más de colegiales de excursión.
Atracamos finalmente cerca de Mirano, donde se quedaron Freddy y Amos, mientras que al resto nos esperaba un autobús que nos acercaba hasta Padova. El viaje de vuelta transcurrió tranquilo y somnoliento.

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